martes, 1 de enero de 2013

Ejército Argentino: Los inicios de la mecanización (1/2)

Hace más de medio siglo
Recuerdos del inicio de la mecanización
Por Tcnl.  José Javier de la Cuesta Ávila. (Jefe de la 2da. Sección de la Compañía de Tanques Medianos “Nahuel DL 43 – Escuela de Tropas Mecanizadas – Año 1947)
Parte 1/2 




Introducción
La “memoria” es una fiel amiga que nos acompaña en la vida. Ella acumula conocimientos y recuerdos en un orden desordenado que regresa como chispazos  en ciertos momentos o bajo algunas circunstancias difíciles de preveer. La memoria se hace historia cuando en ella se ordenan los hechos y las personas buscando una coherencia en la que cada uno de ellos tiene un antecedente y una consecuencia, sin embargo, esta tarea intelectual, generalmente, hace perder la “sinfonía” de los detalles que, normalmente, le dan “color, sabor  y olor” al desarrollo. La memoria también puede convertirse en “cuento”  cuando a los hechos y personajes se les agrega la imaginación o la creatividad para “descubrir” la esencia de aquellos o suponerla. Estos recuraos, sin embargo, solo quieren ser homenaje a un momento de nuestra historia en el cual el Ejercito Argentino inicio su proceso de mecanización.

    Dios, el Destino o la “Superioridad” quiso que fuera participe y espectador de ese tiempo especial de nuestro Ejercito desde la humilde situación del teniente que tiene mas responsabilidad de hacer que de pensar, atrapado entre los capitanes que le mandan y los sargentos que le obedecen. En ese complicado camino pasaban “cosas” que no se comprendían, había “temas” que se ignoraba y se estaba “construyendo” un futuro que se desconocía. El centro de ese proceso era una arma nueva, demoledora, atractiva y poderosa: el tanque.

    El Liceo Militar General San Martín me hizo “infante”, el Colegio Militar de la Nación me formo como “artillero” y el Ejercito Argentino trazo mi vida de “oficial” cuando mi primer destino fue el Grupo de Artillería Muy Pesada 1, la primer unidad motorizada de la Artillería de campaña, donde me encontré con “algo” que no estaba en mis capacidades, los camiones, y me llevo a la sorpresa de la perdida de un “compañero” ideal que era el caballo al que había aprendido a querer y sabia en cuanto el nos servia para cumplir con nuestra tarea, misión y responsabilidad. Sin saberlo ni proponérmelo, pocos años después dejaba la distinción de ser oficial de la Escuela de Artillería para ser destinado a un sueño de otros que se construía: la Escuela de Tropas Mecanizadas y que, en aquel momento, nunca supuse que pasaría a ser parte integrante importante de mi vida y un elemento histórico fundacional de los cambios para nuestro Ejército Argentino...

   Estos recuerdos son, de alguna manera, la revitalización de unos pocos años en ese centro de innovación estructural militar y, lógicamente, un sincero, auque quizás tardío,  homenaje a todos aquellos que con dedicación, esfuerzo y, por que no decirlo, patriotismo, fueron parte de el. Como toda memoria de “cosas” que pasaron hace mas de medio siglo, seguramente, quedara mucho sin decir, lo que, posiblemente, mueva a otros a llenar esos vacíos, ya no como memoria, sino como parte de la historia de nuestro Ejercito Argentino.

Generalidades
En las primeras décadas del Siglo XX avanzo impactantemente el “motor” que reemplazo al “equino” como el propulsor de los medios de transporte, el impulsor de mecanismos y el promotor de cambios en la vida y la cultura. La civilización comenzaba una nueva era, quizás sin saberlo, pero si lo sentía por sus efectos, pues modificaría las formas y los medios, no tan solo en la paz, sino también en la guerra. Igual que hubo civiles que visualizaron este poderosos cambio, hubo militares, particularmente en Europa, que percibieron nuevos escenarios con nuevas armas que transformarían el combate y  harían nuevas las batallas.

    La Humanidad sufrió, en aquel momento del pasado, los problemas de la guerra en dimensión mundial entre 1914/1918 y 1939/45 y, con ello, cambios doctrinarios, nuevas armas, estrategias innovadas y tácticas sorprendentes. Todo ello con tanto poder, que  ingreso en plenitud el concepto de “nación en armas” y las contiendas salieron del campo de batalla para alcanzar la totalidad de los territorios de los beligerantes. El sabor de la guerra que era percibido solo por los soldados, llego con su crueldad anónima a todos que sin empuñar las armas pasaron a ser parte de los conflictos y, consiguientemente, sufrir directamente sus consecuencias.

    Es edificante y honroso leer las ideas, pensamientos y propuestas que los militares de nuestra Argentina han dejado en los diversos libros y artículos publicados en aquella época. Los soldados de nuestro Ejército seguían con atención los episodios y los combates, realizaban su análisis meduloso y señalaban las enseñanzas. Entre los temas tratados por aquellos preclaros estudiosos militares estaba el de la mecanización, que, sorprendentemente, se reedita en nuestro medio en las décadas del 1950/60, cuando ingresan las ideas de la computación (Informática) que en el presente es impulsora de los mañana.

    El interrogante era determinar en que medida las nuevas armas impulsadas por motores, tanto en el aire como en la tierra, tendrían que ser adoptadas e incorporadas a terrenos tan diversos de nuestro país, que van desde la montañas a las selvas y desde las tierras rocosas a los arenales. Por eso, cada vez que se libraban combates en estas guerras en lugares disímiles, ello despertaba la atención para descubrir la modularidad y adaptación a los medios que se lograba por los hábiles conductores de las fuerzas. Las publicaciones militares extranjeras, que llegaban plenas de noticias y comentarios, eran fecunda semilla para aprender, evaluar y, dentro de lo posible, proponer. Como en todo proceso de innovación, las propuestas eran medidas como utopías irrealizables y dormían en los archivos a la espera del dudoso momento de su implementación. Existía, en su fondo, una lucha no declarada pero si real y consistente, entre los que no querían abandonar las conquistas y realidades del pasado con los que suponían que avanzar era una imposición ineludible ofrecida por el progreso e impuesta por el futuro.

   Había dos nuevas estrellas en los armamentos: el avión y el tanque. La decisión en las batallas estaba intimamente unida al empleo oportuno y eficaz de alguno de ellos o los dos en conjunto y así surgieron nombres de soldados, que supieron de su empleo eficaz y oportuno, que quedaron incorporados indelebles en la historia militar, emulando a los grandes del pasado. Nuevas armas, nuevas formas y nuevos empleos nacían más de la imaginación que de la creatividad y la sorpresa se adueño de los campos de batalla con hechos positivos y negativos que se acumulaban con la dureza de las experiencias.

   El avión, primero como el combatiente solitario, as de los cielos y del valor de los pilotos, dejo paso al destructor y al transporte, modificando la maniobra, rescatando el valor de la sorpresa y llevando la guerra a todos los ámbitos de los contendientes. El tanque, a su vez,  utilizado inicialmente como complemento de las otras armas, adquirió su perfil propio como base de las acciones y se apropio del choque, la maniobra y la sorpresa en los campos de batalla.

   El avión creció por su misma potencia y, militarmente, primero se hizo “arma” y después “fuerza”, pese a que, luego, por la necesidad de su empleo táctico, volvería a integrarse como había sido al inicio en el Ejército y la Armada.

   Igual que en los primeros años de los aviadores, su “rebeldía” era “quitar el aro a la gorra” (decían por la necesidad de colocarse los auriculares), en los mecanizados, fue “quitarse las espuelas” (pues ellas trababan los pies en el vehiculo),  pero, con estas simplezas, comenzó este evolucionado desarrollo.

   Siempre es difícil cambiar, ya que ello significa abandonar usos y costumbres, adaptarse a otras situaciones, desafiar lo desconocido y comenzar un algo nuevo. Ello es tanto más duro y dificultoso cuanto mas sólido es el pasado, compromisos se han adquirido o antecedentes son sostén, por eso, los militares, como integrantes de las fuerzas armadas, que como ejércitos son las glorias del ayer, el hacerlo, significa una responsabilidad enorme pues, si se fracasa, se exponía el futuro, los daños podían ser irreversibles y sus consecuencias imposibles de acotar, sin embargo la innovación y el progreso desafían el  hacerlo y, la mecanización fue su consecuencia y resultado.  
  
Ejército Argentino
En la sociedad de principios del Siglo XX el uso del automóvil siguió los momentos en que el mismo era un “deporte”, como también pasaba con el “globo y el “avión” y, lentamente, avanzo a su uso general como transporte de personas y/o de cargas. En el Ejército, se produjo un desarrollo paralelo, con la incorporación de automóviles y camiones “civiles” que cumplían funciones de “guarnición” y no se los concebía como medios para el combate.. Los pocos vehículos que se disponían, a falta de conductores especializados, eran manejados por suboficiales o soldados  que “sabían hacerlo” por haberlo aprendido particularmente. Los vehículos motorizados no eran considerados como parte de la “dotación” de material de guerra de las unidades, no figuraban en los “depósitos de movilización” y eran solo una “comodidad” para la vida diaria. Recién en el año 1936 se crea una “Escuela de Motoristas” como adecuada respuesta a la formación de personal con aptitud para manejo de los vehículos.

     En nuestro Ejército, durante la década del 1930, se organizan unidades “motorizadas” y en los cuadros de organización del año 1943 se señala a la “Agrupación Patagónica” y a elementos de Artillería Antiaérea. No se menciona específicamente, pero existía, una “batería de cañones muy pesados” en la Escuela de Artillería. Se cita específicamente a esta subunidad, pues, en el año 1945, integra junto con otra que estaba en los “Depósitos de Movilización” de la Escuela, el Grupo 1 de Artillería Muy Pesada, que así es la primera unidad motorizada de esa arma con material  para ese fin.

   Se destaca en aquellos tiempos,  la “motorización” de los Regimientos 8 de Infantería y 24 de Infantería y el Grupo 8 de Artillería, todos integrantes de la ya mencionada “Agrupación Patagónica” pero con vehículos “civiles” cuya adaptación consistía en pintarlos de color “verdeoliva”.

   Desde el punto de vista de los “blindados”, se habían adquirido  “autos blindadosCrossley” y una decena de “tanques livianos Vickers” que fueron asignados temporalmente a algunas unidades de Caballería e Infantería como “armas de acompañamiento”, hasta que, finalmente, fueron ingresados en deposito al “Arsenal Esteban de Luca”. Los materiales no tenían empleo claro y, en general, resultaban una dificultad porque creaban problemas que no estaban en la generalidad de actividades clásicas y convencionales de las unidades.

   En el Ejército los planes no contenían previsiones de uso de “tanques”, ya que eran prácticamente un arma desconocida, si bien, se hablaba de motorización, pero todo lo contenido se refería a la realidad de las unidades a pie o hipomoviles. Las ideas de la motorización  impactaban con diferente efecto en el personal conforme sus armas. Los infantes lo veían como una mejora en sus transportes. Los artilleros como un medio mejor de desplazamiento. Los de Caballería lo consideraban un tema improbable. Es, sin embargo, de señalar, que los primeros orientados hacia la mecanización fueron en el arma de Infantería y, por necesidad del tipo de armamento, la Artillería Antiaérea.

   La creación de la “Escuela de Tropas Mecanizadas”, en octubre de 1943, y su organización en los años posteriores, fue un hecho importante, trascendente en este proceso de adaptación, que debe ser claramente destacado. La provisión como dotación de vehículos “civiles” y de los “blindados”, que estaban en el Arsenal Esteban de Luca, permitió mostrar concretamente el inicio de la actividad. La escuela orgánicamente, contó con unidades o subunidades de todas las armas reunidas en una “Agrupación Tropas” y una “Subdirección Técnica” responsable de los estudios y desarrollos. Se destaca, por su importancia aplicativa, la existencia, dentro de la citada Subdirección, de una Sección Reglamentos y una Compañía de Conductores Motoristas, organizada para continuar la ·”Escuela de Motoristas”.creada con anterioridad en el año 1937.. Esta ultima otorgaba los “Registros de Conductor Militar” que, lograrlo, paso a ser una aspiración de todo el personal, aun aquellos que eran ajenos a los cursos respectivos.

    En los años 1945 y 1946 se realizan importantes ejercicios finales y maniobras, respectivamente,  participando en estas ultimas en las provincias de Entre Ríos y Corrientes, el “Escuadrón de Tanques Livianos”  de la Escuela de Tropas Mecanizadas como apoyo de las unidades de Caballería. Las torrenciales lluvias, que se presentaron durante prácticamente todo el tiempo, crearon dificultades de todo tipo, en particular a los vehículos, como fue los del mencionado escuadrón y los del Grupo de Artillería Muy Pesada 1 que quedaban a los bordes de los caminos en sus cunetas o “enterrados” en el terreno. La experiencia recogida, sobre la difícil, para no decir nula, operabilidad de los vehículos en esa zona quedaba probada cuando se debía recurrir a las unidades montadas para “recuperarlos”. Tanques y camiones “arrastrados”  por cuartas y troncos de un “avantrén”, en el cual los “nobles caballos” eran su tracción, pasó ser el certificado de inoperabilidad.

    Durante el año 1946, se desarrolla la idea de incorporar los tanques medianos “Nahuel DL 43” que estaban en depósito en el Arsenal Esteban de Luca. Esta docena de tanques habían sido construidos en ese Arsenal en el año 1943 por el Jefe del mismo Tcnl. Alfredo Baisi, presentados en el año 1944, desfilado en 1945 y, posteriormente, mantenidos en depósito. El Tcnl. Emilio Bidone, Jefe en estas circunstancias, realizó el ajuste y reciclaje de los mencionados tanques que, en realidad, eran un desafío a la técnica y casi un milagro a su realidad.. Si  construirlos había sido una muestra de capacidad y calidad “artesanal”, el solo pensar que podían ser utilizados significaba un riesgo que podía ser considerado algo insuperable, lo que valoriza tan extrema decisión.

    A principios del año 1947 se resuelve la creación de una subunidad de tanques medianos en la  mencionada Escuela de Tropas Mecanizadas, como medio  concreto y experimental sobre el uso y empleo de este material. Hay que tener en cuenta que la idea predominante era que se estaba dando inicio a una “nueva arma”, tal como había sucedido con la aviación. En base a ello, se destino en la “Compañía de Tanques Medianos Nahuel DL 43” personal de las distintas armas y los “conductores motoristas” egresados de la Compañía especializada de la Escuela. Este episodio debe ser observado, mas que por sus antecedentes, por sus consecuencias, significaba que, por primera vez, en la historia del Ejercito Argentino, se contaría con una unidad de tanques o sea el armamento que se destacaba en las batallas del Norte de África y había servido decisivamente en la dominación de los vencedores circunstanciales en Europa. Con la Compañía de Tanques Medianos Nahuel se ingresaba concreta y materialmente en la dimensión mas elevada de las capacidades y calidades militares de la época. El valor emotivo del Nahuel se refleja en la construcción de un altar de materiales en la Plaza de armas de la Escuela como replica de los tanques originales.

   El año 1947 fue fructífero en sus acciones, ya que los desarrollos en la subunidad de tanques en materia de instrucción, utilización y uso de este material muestran su posibilidad efectiva y la promesa se convierte en realidad. La sensación de orgullo por lo logrado desborda a la misma Escuela y da muestra de ello las presentaciones, demostraciones y ejercicios que se realizan ante autoridades argentinas y extranjeras. El sueño arriesgado de ayer se había convertido en un hecho cierto y valedero. Este” orgullo”, entre las variadas muestras, se concreta con la creación de la “especialidad” y la entrega del “distintivo” de tanquista al personal superior de la Escuela y la Compañía de Tanques, incluyendo al Escuadrón de Tanques Livianos. Se logro, así mismo, a fines del  año,  la realización de una compra de “chatarras de guerra” en una “operación encubierta”,  se planifico la motorización de la División 1 Infantería y mecanización (Blindados) de la División 1 de Caballería. Esta situación vivida en el año 1947, permite destacar al mismo como el del lanzamiento de la mecanización plena del Ejercito y debería, a los fines históricos, tener una valorizaciones especial y un reconocimiento institucional que hasta ahora le esta negado... 

  En el año 1948, la Escuela de Tropas Mecanizadas realizo un sinnúmero de cursos para oficiales y suboficiales de todas las armas que se preveía serian destinados a las unidades mecanizadas. Además, en un acuerdo directo con el Ejercito de los Estados Unidos de América, se comisiono a personal militar a asistir a diferentes cursos, entre ellos a la  “The Armored School” (Fort Knox) para realizar cursos sobre “conducción” y “mantenimiento” y se acepto el envió de una “Misión Militar” que cooperaría con la Escuela. Los cursos, las comisiones de estudio y la llegada de los asesores constituyen el “eslabón” intelectual de formación de este prodigioso proceso de avanzar hacia la mecanización militar argentina. El Ejercito Argentino, en un esfuerzo planificado y conducido correctamente, encaraba una tarea trascendente que significaba una nueva filosofía, nuevas doctrinas y nuevos armamentos y se lanzaba organizadamente a su futuro.

En el año 1949, las unidades de la División 1 de Infantería y la División 1 de Caballería, habiendo sido dotadas con material automotor y blindado, respectivamente, e incorporado personal de cuadros egresado de los cursos especializados, conformaron las primeras unidades superiores del Ejercito mecanizadas y fueron el proceso material de transformación desde las realidades hipomoviles hacia los futuros de la estructura orgánica militar.

  En el año 1950 se introduce una variable organica en los comandos de las unidades blindadas conformándolas como “Agrupaciones” bajo la idea de que ellas serian grupos de conducción a los que se les “asignarían” las unidades que los componen conforme la misión que se les imponga. La idea citada es dejada sin efecto en el año siguiente en el que se vuelve a la organica anterior con excepción del Regimiento1 de Artillería Blindada (Agrupación Blindada 3) que se le anula el “Grupo de Destructores de Tanques” y queda reducido solamente como “Grupo de Artillería Blindada 1”. En tanto, en la Escuela Superior de Guerra comienzan a dictarse como materia los conocimientos sobre blindados por la presencia de personal que regresaba de los cursos de especialización en The Armored School.

     En el año 1952, dado que las Escuelas de armas ya habían incorporado a sus capacidades educacionales los temas de la mecanización, se desactiva la Escuela  de Tropas Mecanizadas y se crea la Agrupación Blindada escuela que se traslada desde sus cuarteles de Villa Martelli a Curuzú Cuatia. Con lo que se puede considerar como completado el proceso inicial de mecanización militar en Argentina.

     El Ejército Argentino, en poco menos de un lustro, había transformado una idea elemental en un hecho cierto y concreto, para lo cual, puso en acción a los mas diversos medios en una coordinación  estructural exitosa, desafío imponderables activando la iniciativa creadora de su personal y mostró el espíritu, conocimientos y calidad de sus cuadros.

Aspectos de la mecanización
En el desarrollo antes expuesto de la mecanización en el Ejército Argentino comprendiendo para ello el periodo desde mediados de la década de 1940 hasta el inicio de 1952, existen algunos temas puntuales, que, por su influencia en esta evolución, resultan aptos complementos históricos, que se detallan a continuación:

a) Conducción y doctrina.

    En el Ejército Argentino no existían antecedentes sobre la mecanización salvo los que llegaban por las noticias y las publicaciones militares extranjeras. Si bien había inquietudes, particularmente en relación a la aviación, no sucedía lo mismo sobre la motorización, aun menos, los blindados y, específicamente, los tanques.

    Las hipótesis de empleo de las fuerzas armadas se referían a teatros de operaciones cuyas características y topografías señalaban las dificultades para el uso de vehículos a motor. Las pocas experiencias realizadas en ejercicios finales y maniobras permitían deducir que el terreno era su restricción mas clara.  Además, es de recordar, que los vehículos de principios del Siglo XX, tenían características limitadas para su rodaje en ciertos terrenos., por ejemplo, el rodaje “macizó” de los autos blindados, requería terrenos firmes y duros para evitar caer en su empantanamiento. Estas ideas, es también de destacar, existían en los países del hemisferio Norte y de ello da cuenta la situación diferencial bajo la cual se inicia en el año 1939 la II Guerra Mundial. El tanque, previsto como arma complementaria al principio de la guerra, desborda en las operaciones del ataque de Alemania y, luego,  actúa como medio principal en su desarrollo, en especial en las campañas del Norte de África. Esta transformación  del tanque en sus capacidades y empleo surgió durante la misma guerra, modificando las doctrinas existentes en los beligerantes, provocando enfrentamientos intelectuales de envergadura y llevando a escenarios en ambientes desconcertantes. El “tanque” como complemento de la Infantería y la Caballería gano durante las batallas de la Segunda Guerra Mundial una posición solo comparable a la del avión como arma de combate en los cielos.

  Es evidente que las unidades de tanques tenían capacidades de choque, maniobra, sorpresa y destrucción que no eran las clásicas de las otras  armas y llego a la situación de enfrentamientos directos entre ellos donde privaban, al margen de la fortaleza de sus corazas y el potencial de sus proyectiles, la habilidad de los conductores y surgía como restricción a su empleo la siempre olvidada y postergada logística con sus poderes de abastecimiento y reparación.

   La posición de “neutral” de Argentina, hacia a sus Fuerzas Armadas espectadoras y, la falta de materiales del nivel a que se estaba empleando, señalaba la imposibilidad de su acción. Las pocas inquietudes que se presentan en este tema son, más bien, inquietudes teóricas, desarrolladas con fines intelectuales, pero que indican una adecuada apreciación por parte de sus autores. Se debe tener presente que hubo inquietudes y gestiones para lograr incorporar nuevos armamentos, entre ellos tanques, realizados ante Alemania, que si bien parecían prometedores, fracasarían por la propia necesidad bélica de ese país. No hay que olvidar, además, que la diferente posición política en el conflicto, asumida por otros países, particularmente los fronterizos a nuestro país, y su participación con los “aliados” nos llevaban a una situación de previsible crisis que no podía ser ignorada.

   Por más que Argentina declaro la guerra a los países del Eje, dado que esto se concreto prácticamente al finalizar la contienda, la situación de relación era frágil con los “aliados” vencedores”. Argentina, pese a la reconocida acción “humanitaria” que significo su aporte con alimentos a los países de ambos bandos en guerra, motivaba marcada desconfianza, en especial en los norteamericanos, que pretendían nos involucráramos como sus aliados, en especial después de la agresión de Japón. No puede ocultarse y debe sumarse a esto, una realidad concreta, que era que la base de las doctrinas y educación militar en Argentina había sido desarrollada con el apoyo de Alemania e Italia, y tener en cuenta que un alto porcentaje de la población era originario de este último país. Esta caracterización, en aquel tiempo, se materializaba en detalles como eran los tipos de uniformes militares utilizados que, evidentemente, están inspirados en el Ejército Alemán. Si recordamos los clásicos “cascos de acero” y los cortes de los equipos, que se usaban, se ve una absoluta similitud.

   El hecho fortuito de un contacto personal en una reunión de altos mandos entre el Comandante en Jefe del Ejercito Norteamericano y del Argentino, realizada posiblemente en el año 1946, logro disipar la distancia existente y facilito el acercamiento. Esta “comprensión” entre soldados, abrió una relación educacional que se adelanto a la diplomacia formal y, como se dijo antes, ello llevo a que se comisionara personal a estudiar en los Estados Unidos de America y la recepción de una Misión de Asesores.

   Dentro de la idea de la educación y en especial sobre conducción, se recuerda al entonces Capitán Anibal Peralta (Caballería) y el Tte 1ro Orencio Cesar Anaya (Infantería) que, a su regreso, se desempeñaron en la Escuela Superior de Guerra y publicaron libros y artículos sobre el tema. En el mismo sentido, pero como resultante de la tarea de “traducción” de reglamentos, se destaca al entonces Capitán Heriberto Kurt Brenner, dependiente del Tcnl. Enrique Oyharzabal Castro, integrando   la Sección reglamentos  de la Escuela, donde se cumplió una tarea de “adecuación” que luego asumiría la Inspección de Tropas Mecanizadas con la destacada acción del General Benjamin Ratenbach y sus auxiliares..

   Si bien el rol de todos los Directores de la Escuela de Tropas  Mecanizadas ha sido fundamental, aparece en este tiempo inicial el accionar de la Inspección de Tropas Mecanizadas primero compartida y luego separada absorbe algunos elementos de la dirección de la escuela y continua con  la responsabilidad de crear la doctrina y los reglamentos. Posiblemente, el Director mas destacado, se trata el Coronel (Caballería) José María Epifanio Sosa Molina y, como Inspector, el General de Brigada Benjamin Ratenbach. El primero logro, con su empuje y personalidad, hacer realidad  los temas más difíciles y complicados, y, el segundo, materializar orgánicamente el conocimiento de una actividad sobre la que no se tenía experiencias concretas ni antecedentes serios.

   El Ejército Argentino logro en un tiempo sorprendentemente breve que su personal conociera y se capacitara en un nivel poco común sobre las nuevas formas y características que imponía la mecanización militar.
  
b)     Materiales

   Los primeros pasos hacia la monitorización se dieron con vehículos “civiles” que cumplían esencialmente actividades de “guarnición”. La incorporación de material automotor, no estaba dentro de las prioridades de equipamiento militar y sus elevados costos creaban naturales impedimentos financieros. Los pocos automóviles y camiones, en su momento, fueron complementados con algunas motocicletas que estaban destinadas al servicio de “estafetas” y  las comunicaciones. En su momento hubo una Sección Motociclista, cuyo Jefe era el teniente Alberto Moro, que tenia singular brillo por sus equipos, vehículos y demostraciones de “audacia” deportiva.

  Las incorporaciones de los “autos blindados Crosley” y los “tanques livianos Vickers” no aparecían bien  justificadas y fundamentadas, lo que se observa por el cambiante destino que se les da y que terminan en un depósito de los Arsenales. Se une a eso, el rechazo a la oferta de unos pocos “tanques” italianos que por su cantidad y características no parecían de utilidad final y que, finalmente, fueron adquiridos por el Ejercito de Brasil.

   La “aventura” del tanque Nahuel es, realmente, significativa en sus dos momentos. El primero, netamente político internacional, cuando “sorprende” con  su presencia,  en un ambiente difícil, en el cual el país tiene negados armamentos y  que la “neutralidad” no resultaba agradable a uno de los beligerantes. El segundo, es que permitió crear, con un material complicado y dificultoso, las bases de personal de tanques y los parámetros para su educación e instrucción. Los tanques Nahuel fueron exhibidos en la Exposición del Ejército en el año 1944. Se trataban de dos vehículos de gran tamaño con el “aspecto” de un tanque Sherman. Una persona, “disfrazado”  como  oficial con el grado de subteniente en su hombrera con vivo blanco, explicaba sus características y ventajas. En la misma avenida 9 de Julio se observaba el avión “Pulque DL” montado sobre una plataforma. El 9 de julio de 1945 un grupo de tanques al mando del Tcnl. Baisi desfilaron por la Avenida Alvear (hoy del Libertador) acompañados por una escolta de motociclistas. De esa manera, el tanque “cumplió” el propósito político con el se lo había construido. La realidad muestra que el tanque tenía serios problemas técnicos no resueltos que iban desde las uniones de las calzas de las orugas hasta el calentamiento de sus motores, lo que lo hacia un buen ensayo pero un imposible medio practico para su utilización.. Cuando se aprueba su reciclaje, el Tcnl. Bidone como Jefe del Arsenal,, realiza el desmontaje total de las unidades y su rearmado, ajustando aquellos aspectos que se mostraban como necesarios, en un ejercicio de calidad y capacidad técnica tan destacable como el que aplico su creador.. De esta manera, se logro contar con vehículos con una cierta adecuación para su desplazamiento y con la posibilidad de su provisión como dotación a la Compañía de Tanques Medianos. Junto con la entrega de los doce tanques se entrego como provisión cinco jeeps Willys nuevos que, como curiosidad, llevaron las cinco primeras placas de identificación militares bajo los números de 001 a 005.

    Un tema, poco divulgado y pleno de confusiones, es la operación de adquisición de “chatarra” en Bélgica, una operación encubierta sobre la cual mucho se ha hablado y calificado.. El agregado militar en Paris señalo la posibilidad de adquirir material desactivado y vendido a “chatarreros” para su desguace, por lo que se dispuso la realización de una inspección general para conocer los materiales y evaluar su posibilidad de compra., tarea que cumplió el Capitán Alfredo P. Otheguy. Los informes “reservados” señalaron en “su parte escrita” su “mala calidad” y “estado insatisfactorio” conforme se había convenido para que quedara claro su destino como “chatarra” y la imposibilidad de su utilización como material militar. La segunda comisión,  al mando del Coronel Héctor Magallanes (Ars.. E. de Luca) y el Teniente Coronel Lorenzo Tosselli (Ec. Trop. Mec.),  se realizo con el objeto de “seleccionar” los lotes y se eligieron los que presentaban a la vista menores problemas después de casi dos años de abandono. La “cobertura” de  la operación la brindo el IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio), un organismo oficial comercial, con el justificativo de encontrar carga de regreso a los buques que llevaban cereales a Europa y volvían vacíos. En los últimos meses del año 1947, los buques de ELMA (Empresa Líneas Marítimas Argentinas) en una operación “contrarreloj” y “sobrecargados” trajeron los materiales “chatarra” al país. Es de recordar que se sabia que aun existía un cierto control sobre la posibilidad  de equipamiento armado de Argentina y, lógicamente, se temía que la compra fuera intervenida o los materiales incautados. La operación se cumplió con éxito destacándose, nuevamente,  que algunos de los buques embarcaron “sobrecarga” con tal de acelerar los envíos. Para tener en cuenta la “calidad” real de los materiales, baste decir que algunos, por ejemplo los Carriers T 16, estaban en sus cajones originales tal como se los despacho de sus fabricas y los demás sucios y mohosos quedaban “brillantes” después de las rutinas de lavado. Se reitera la “cobertura” de esta operación, recordándose una vez mas que se trataba de material vendido para su desguace y fundición ya que, si bien había quedado como rezagos en los lugares de desembarque, las autoridades no tenían “interés” que fuera a parar a destinos inciertos, como, seguramente, habrían imaginado a Argentina. Es de pensar lo que habrán informado los agregados militares de los Estados Unidos de América, Inglaterra y Francia, al respecto, pero, el material “ya estaba en el país”. Este tema fue “manejado” en forma tal que su desarrollo motivo reacciones aun en el Congreso de la Nación con la observación por parte de legisladores de la operación ante la “imposibilidad” de revelar si realidad. Hay que tener en cuenta que ese material, pese a todo lo que se le pueda atribuir como negativo, fue de dotación durante varias décadas posteriores.

    Los vehículos desembarcados en el Puerto de Buenos Aires fueron trasladados y aparcados en los terrenos que rodeaban a la Escuela de Tropas Mecanizadas en Villa Martellí. La casi totalidad del material se desplazo “por sus propios medios” y hubo casos, como los Carriers T 16, dentro de sus embalajes de madera originales que se desembalaron y aprestaron en el arsenal.. Como observación, se recuerda que el esfuerzo logístico del desembarque en Normandia realizado  por los aliados supero la demanda de material en el combate y, por ello, fue acumulado en depósitos transitorios para, finalmente, ser vendidos a comerciantes “chatarreros”, por ello  se trataba de material que no había llegado a entrar en combate y no había sufrido de robos o destrucciones, pero si las inclemencias de mas de dos años de exposición sin cobertura alguna.

    La variedad y cantidad de vehículos, desde jeeps hasta camiones, desde tanques de diferentes modelos completos hasta bateas, fueron adaptadas, montándoles materiales específicos, como cañones y obuses,  para satisfacer las necesidades de las unidades conforme las armas correspondientes. En realidad, en muchos casos, se trataba de desmontar transportes para tracción hipomóvil y montar sus armas en los nuevos medios mecanizados. Un ejemplo muy particular fue la serie de materiales que se lograron con las adaptaciones realizadas sobre las bateas Crussaders que mostraron efectivas  aptitudes positivas para ello.

   Si bien no existen números exactos de la cantidad de material recibido se señala que se recibieron casi 400 tanques. alrededor de 200 semiorugas, 100 camiones, mas de 130 bateas de Crussaders además de jeeps, vehículos de comando frontales y casi 2.500 equipos de radio es decir una muy numerosa provisión en cantidades de la que no existían antecedentes en el pasado.

   Los tanques livianos Vickers, los autos blindados Crossley y los tanques medianos Nahuel  fueron radiados de servicio y, lamentablemente, desguazados, con la sola excepción del Nahuel 125 al que se le saco el frontis y se lo reconstruyó como un altar en la Plaza de Armas del Grupo de Artillería Blindada 1, en Campo de Mayo, que, posteriormente, fue llevado por la unidad a Curuzú Cuatiá y, finalmente, desapareció cuando esa unidad fue trasladada a Azul. Es interesante recordar que se han hecho esfuerzos para “rescatar” alguno de los citados vehículos por su valor histórico habiendo todos llegado a resultados negativos.

c) Instrucción.

    Las unidades mecanizadas incorporaron a su instrucción clásica algunas variables vinculadas a su medio de transporte. Esta variación fue relativamente pequeña en las unidades de Infantería, algo mayor para las de Artillería y muy importante en las de Caballería.

   Las unidades montadas dedicaban una cantidad importante de sus horarios de trabajo al cuidado y racionamiento del ganado, como así ejercicios vinculados a la equitación y el carreteo. Estos porcentajes de tiempo ocupaban prácticamente el 40% de los horarios en los planes de educación e instrucción,  al no contar con ganado, pasaba a ser tiempo “libre” para otra utilización. En la mayoría de las unidades se inicio una práctica totalmente desacostumbrada: la “siesta”, es decir se fijo un tiempo dedicado al descanso del personal después del almuerzo, una forma impensada de “mejoramiento” de la vida en los cuarteles.

   En los planes de instrucción se introdujo la “instrucción formal” que guarda similitud con el “servicio de piezas” de la Artillería con voces de mando parecidas y con señales del mismo tipo. Los conductores motoristas de los tanques y blindados fueron suboficiales de esa especialidad, en cambio, para los vehículos automotores se designaron soldados que recibían la instrucción correspondiente hasta que la llegada de nuevo personal logro el completamiento requerido.
   
   La “mesa de arena”, para la practica de los ejercicios, adquirió importancia para que el personal practicará “bajo control” los desplazamientos y actividades durante las marchas y combate. Era una forma de “economizar” combustible y de hacer realidad bajo control actividades que las nuevas dimensiones de los medios convertían en dificultosas cuando no imposibles.

d) Mantenimiento.

   Si bien las rutinas de “cuidado y limpieza” del armamento se cumplían antes de la mecanización, las acciones de “mantenimiento” de los vehículos alcanzo un nuevo valor significativo sobre el cual no se tenia antecedentes o experiencias.

   Inicialmente, se responsabilizo de las tareas de mantenimiento a oficiales inexpertos que eran asistidos por suboficiales mecánicos o conductores motoristas. Si bien había “ingenieros militares” en la especialidad de “automotores” egresados de la Escuela Superior Técnica, su orientación no coincidía con lo que se requería.
Este tema fue resuelto con la comisión de oficiales dentro del plan acordado con el Ejercito Norteamericano a “The Armored School” (Fort Knox). En total se enviaron siete oficiales subalternos en tres cursos entre los años 1948 y 1950. los que al regreso fueron designados Jefes de la Sección Mantenimiento de las diferentes unidades que integraban el Cuerpo Mecanizado.

    Estás secciones de la unidades cumplían los escalones de mantenimiento reglamentados y conformaron un sistema con las unidades de mantenimiento de los escalones superiores.  El accionar de todo el sistema que inicialmente fue “copiado” de los manuales y reglamentos norteamericanos, fue modificado por el alto costo que el mismo significaba y la peculiar característica de los argentinos de encontrar solución los problemas evitando el reemplazo de los materiales.

   El Servicio de Arsenales se creo en base a estos antecedentes incorporando al mismo no tan solo la atención de los vehículos, sino también la de los materiales y armamentos, años después. Ese conjunto de” oficiales  de mantenimiento” debería ser considerado como los predecesores de los oficiales de Arsenales posteriores.

e) Cuarteles.

    Un tema no menor fue la adaptación de los cuarteles a la mecanización. Las  unidades contaban de sus plazas de armas, alojamientos, depósitos, caballerizas, campos de instrucción etc. diseñadas conforme al uso, es decir no estaban preparadas para vehículos pesados, no tenían tinglados para su estacionamiento,  talleres de 2do escalón o “surtidores de combustible” o  depósitos de aceites, etc.. Tampoco se contaban con normas contables para la adquisición de repuestos, combustibles, pinturas, etc. ni disposiciones o normas para su guarda y custodia.

     Había casos especiales, como eran las unidades de Caballería, que no contaban con “polvorines” para los proyectiles de los cañones de los tanques y los que tenían para la munición de armas portátiles, no satisfacían las exigencias de seguridad reglamentadas.

    Las primeras experiencias fueron calles destrozadas, columnas de caballerizas echadas abajo y algún jardín con su césped y flores arruinados. Hubo que marcar la circulación, colocar señales de transito, fijar limites de velocidad o determinar sectores de “no-acceso”, todo lo que dio lugar a lo que mas tarde seria la “policía militar”.
 
f) Cultura y sociedad.

   La mecanización, en especial en las unidades montadas, ya que su vinculación con el caballo, los deportes ecuestres y los grupos sociales relacionados con ellos, significo una serie de modificaciones a los comportamientos y las costumbres.

   El caballo es para los argentinos parte de la “identidad nacional” como es el “mate” o el “asado”, dejaba de estar presente en las actividades militares y desaparecía de los cuarteles. Las características de los animales, los rendimientos en cada actividad y los ejemplos de conductas, eran temas frecuentes en toda oportunidad y, de pronto, dejaban de estar en las conversaciones. Los deportes ecuestres, particularmente el salto para todos y el “polo” esencialmente para los de Caballería y el “pato” para los artilleros, al margen de la actividad en si, significaban el contacto directo con los civiles de la sociedad y la comunidad que también se dedicaban a los mismos.   Las relaciones sociales del personal de las unidades montadas tenían como uno de su eje el caballo y el mismo era su justificativo que, al desaparecer, era igual a una ruptura de tipo violento con grupos o personas determinadas.

   Si bien el tema de los automóviles, las carreras de autos, sus características, etc.tenian vigencia, el “romanticismo” que incluye al caballo, era irremplazable. Este tema, para atenderlo y como una muestra de la importancia de la destreza que implica el uso del caballo, ha dado como consecuencia la creación de “secciones montadas” con la provisión de algunos caballos para continuar con las prácticas deportivas ecuestres en las unidades de Caballería.

g) Espiritual

    El tema de la mecanización o sea el abandono del caballo en las unidades militares de todo el mundo encontró reacciones de tipo anímico en el personal de ellas. Esta cuestión es no menor, particularmente en aquellos tiempos de inicio. El oficial se sentía “desolado” al no “tener la fusta en su mano”. El personal añoraba los “olores” de las caballadas y se resentía ante el de la “nafta”. Había un nuevo tipo de silencio ya que faltaban relinchos. Se sentía la falta del “riesgo” de montar, saltar o jugar sobre un caballo. Los tinglados eran fríos y oscuros ante las caballerizas con calor y sonidos.

    Parecía una “traición” sacarse las espuelas, luego, hasta las botas o modificar el “breeches” por un buzo o decir que se iba a controlar la “carga de combustible” en lugar del “rasqueteo”.

    Si bien la cuestión espiritual parece un tema materialista, su efecto y realidad debió y debe ser considerado. Se señala que Ejércitos que han avanzado en la mecanización en forma irreversible, como pueden  ser el ingles, alemán y francés, aun tienen como medios de instrucción y deporte a los caballos.

h) Arma nueva

   Cuando el Nahuel llegó a la Escuela de Tropas Mecanizadas y se creó la Compañía de Tanques Medianos en el año 1947, la idea general era que estaba naciendo una arma que seguiría un derrotero similar al de la aviación.

   Todo indicaba que la Infantería seria “motorizada”,la Caballería seria “blindada” y la Artillería en su forma de autopropulsada y remolcada seria ambas cosas. La presencia de los Carriers T 16 y los semiorugas daban la indicación de que los “Tiradores Blindados” seria la denominación para la Caballería.

   Los tanques eran diferentes de las demás armas. Estaban concebidos para una mezcla de acciones que sumaban a las de la Infantería, la Caballería y la Artillería. Hasta tenían una esencia de “aventura” que llevaba a pensar en la aviación.

   Esa idea general encontró materialización en la designación del personal que integraría la Compañía de Tanques Medianos que era proveniente de diferentes armas y encontró justificativo cuando se repartieron las materias de instrucción ya que se ajustaban al origen de los instructores.

   Cuando se incorporó el material en el año 1948 y se transformo la División Blindada 1, se destinaron a las unidades Caballería (C 8 y C 10) personal de todas las armas. Esta relación continúo hasta el año 1962 con la presencia mayoritaria de personal de Caballería e Infantería, oportunidad en la que se dispuso que sea solo de la primera arma.

      Se debe señalar, como ejemplo, el hecho de que el Ejercito de Chile creo la nueva arma de tanques y recién fue “absorbida” por la Caballería hace unos pocos años. Recordemos que en España, los tanques son unidades de Infantería.

Continuará...

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