jueves, 9 de febrero de 2012

Frente Oriental: Avión mata locomotora

Un combate entre un tren y un avión 
IL-2 Sturmovik vs. Locomotora 

En febrero de 1944 durante la operación ofensiva de Korsun-Shevchenko, realizada por las tropas soviéticas, al Talgat Yakubekovich Begeldínov le encargaron una misión bastante peculiar: cazar a un destructor de vías férreas. Los alemanes inventaron dicha maquina ya en el invierno de 1941 y la emplearon durante su derrota en Moscú. Mediante esta maquina destruían las vías férreas durante su retirada. Dicha maquina estaba formada por una especie de enorme arado, que se enganchaba a una locomotora de vapor. El arado rompía las traviesas por la mitad, y los carriles se doblaban y se rompían con unas guías. En una hora de trabajo la locomotora era capaz de destruir hasta 15km de vías férreas. 

 
Un destructor de vías 

Un destructor de vías como ese operaba en el invierno de 1944 entre Pervomaysk y Malye Viski. El enemigo, sabiendo que el destino de su agrupación de tropas cercadas por el Ejercito Rojo estaba predeterminado, durante su retirada decidió emplear dicha maquina para destruir a todas las vías, intentando frenar el avance de nuestras tropas. La misión de encontrar y destruir la locomotora fue encomendada a Begeldínov. Comenzó la cacería. Cita de las memorias de Begeldínov: 
“He de decir que se trataba de un enemigo astuto, experimentado y cuidadoso. Ayer mismo, sobrevolando aquella zona, yo veía los hilos metálicos de las vías. Pero hoy ya no estaban. Tampoco estaba la locomotora. Todos mis intentos de localizarla eran inútiles. En mi ayuda llegó el servicio de reconocimiento terrestre. " 

Me encontraba en el puesto de mando, esperando la señal y listo para despegar. De repente recibí el mensaje, que la locomotora está operando en la zona de Malye Viski. Despego y me dirijo a la zona, pero lo único que podía distinguir eran los resultados de su bárbaro trabajo: la locomotora se había esfumado. Y así día tras día. Comencé a perder la paciencia. Por otro lado, los mandos no me dejaban en paz, me exigían localizar y destruir a la maldita locomotora. En un solo día la locomotora causa tanto daño, que se necesita una semana entera para reconstruir las vías, mucho material y la intervención de centenares de soldados y oficiales de las tropas de ingenieros. Y lo más importante, mientras se reconstruyen las vías, se retrasa el suministro de los cargamentos para nuestras tropas que estaban en ofensiva. 
Ilyushin Il-2 Sturmovik

Uno de estos días, sin recibir ninguna noticia sobre la locomotora, despegué en misión de reconocimiento. Reuní la información sobre la posición de las tropas alemanas, fotografié las posiciones de artillería alemana y a los carros de combate hundidos en la tierra. Tras haber fotografiado las posiciones, di la vuelta y tomé rumbo a la base. De repente detecté en la tierra la sombra de una locomotora. Pero solamente podía distinguir la sombra. A últimas horas de la tarde, en los rayos del sol, la sombra parecía enorme y muy fea. Yo veía como se movía la sombra, pero no veía el humo de la chimenea de la locomotora. Y lo más curioso es que no podía distinguir la propia locomotora. Piqué bruscamente y es cuando comprendí la causa de la inutilidad de mi trabajo llevado a cabo hasta ahora. A lo largo de toda la locomotora estaba montada una pista, en la cual los alemanes colocaron la nieve, trozos de tierra, arbustos y piedras. Los laterales de la locomotora estaban pintados de color blanco. Cuando la locomotora se encontraba con nuestros aviones, simplemente se paraba, y aprovechando su peculiar camuflaje, esperaba hasta que nuestros aviones se retiren. 
¡Grité de tanta alegría! “¡Ahora no tendrás escapatoria!” 
Entré en lateral, capté la locomotora en el colimador y comencé el ataque. Pero en vano… El maquinista dio la marcha bruscamente y mis proyectiles no alcanzan el objetivo. Realicé el segundo ataque y otra vez sin resultados. Comprendí que en la cabina de la locomotora se encontraba un maquinista experto, capaz de observar y prever cada uno de mis movimientos. 

El curioso duelo entre la locomotora y el avión duró aproximadamente 15 minutos. Por fin, uno de los proyectiles acertó en la caldera. Una nube de vapor se levantó 20 metros sobre el suelo, y la locomotora quedó paralizada. Realicé otra entrada en lateral y atravesé la locomotora con las ráfagas de cañones y ametralladoras. Seguidamente di la vuelta y entré por el otro lado, y a quemarropa le disparé todos los proyectiles a reacción (cohetes RS). La locomotora fue convertida en una montaña de chatarra. Realicé un circulo y tras asegurarme de que la locomotora estaba completamente destruida, fotografié los resultados del ataque y tomé rumbo a la base”. 


Fuente 
www.rkka.es 

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